Hoy me levanté, después de haber dormido como los dioses, escuchando la lluvia, y cuando mire por la ventana me saludo un hermoso arco iris.
Entonces me vino la mente eso de que después de la tormenta sale el sol.
Y así vivimos, esperando que la tormenta pase para volver a ver el sol. Cómo si la lluvia fuera algo a lo que tenemos que resistir. Aguantar hasta que pase. Porque lo bueno vendrá después.
Pero para que un arco iris aparezca, deben coexistir tormenta y sol. Entonces la luz se refracta, y muestra lo que tiene en su interior.
El arco iris siempre ha sido símbolo de esperanza. Pero también podemos tomarlo como metáfora de nuestra vida. Si permitimos que se junte la tormenta (emociones opresivas) con el sol ( recursos resilientes que podemos desarrollar), nuestra luz en apariencia monocroma podrá desplegar su colores en esplendor.
Entonces agradezcamos la tormenta. Y también al sol. Porque solo en su encuentro nuestro arco iris se hace visible.