Me gusta mirar el agua. En forma de lluvia, cómo río y mar. También como cubito en un vaso, que de a poco se derrite. Y ni hablar de las gotitas que quedan en el cristal.
En algún momento de ese pasatiempo llegué a la conclusión de que el agua es una especie de manual para la vida. Fluida, se adapta a la forma externa que la contiene, sin perder su estructura interna. Pero si se tiene que poner firme, cristaliza. Y si la cosa está que arde se hace vapor. Se dispersa hasta que la temperatura baja. Entonces se condensa y vuelva a ser líquida.
Según él momento del ciclo, usa distintos ropajes. Pero siempre es agua.
Todos tenemos un punto de cristalización y un punto de ebullición, que, cómo le pasa al agua, no son absolutos. Dependen de las condiciones de presión del ambiente. Estoy segura que conocerme a mi misma implica saber cuales son los míos.
Decime después que con la físicoquimica no se puede hacer filosofía!