A veces tengo la sensación de que estoy viviendo mi vida subida a una calesita. Y se ve que le caigo bien ( o mal, aún no lo decido) al calesitero, porque siempre me regala la sortija. Una vuelta más y van mil.
De fondo, musicaliza mi loop calesitero Julio Iglesias con su…
Tropecé de nuevo con la misma piedra. Con la misma piedra y con el mismo pie.
Otra vez pasando por el mismo lugar. Expectativas no cumplidas, frustraciones repetidas. En fin, aprendizajes no aprendidos.
Dicen que para no marearse hay que fijar la mirada en un punto. Allá brilla algo. Me concentro ahí. Parece que funciona, porque el calesitero en lugar de darme una sortija me da un chupetín de Chestnut Bud.
Y entonces surge la convicción de que está vez SI tengo que aprender.
Y cómo encuentro un maestro en esta calesita? Estoy medio jodid@. No es que abunden maestr@s de verdad. Si hay much@s tirando máximas y recetas por ahí. Pero maestr@ le que se dice maestr@ es una especie rara en extinción.
Ahora me viene un recuerdo. Una persona que distaba bastante de mi idea de sabio, me dijo una vez que somos como caballos con anteojeras. Nuestro campo de visión es limitado. Pero podemos girar un poco la cabeza y ante nosotros aparecen cosas nuevas. Entonces, que pasa si en lugar de buscar un maestro , busco convertirme en un aprendiz?
Ya desde el vamos, es más accesible, porque a mí, mal que me pese, ya me tengo. No depende de lo que pase afuera, depende de cómo lo vea. Si es con curiosidad, por ahí puedo aprender algo. Si estoy dispuesto, si logro poner la atención, si miro con curiosidad. A veces solo hay que cambiar el enfoque.
Dicen que cuando el aprendiz está listo el maestro aparece. No por porque se materialice mágicamente, sino porque estoy dispuest@ a verlo. Es que uno se guarda la mente experta en el bolsillo y comienza a mirar con asombro. Lo que siempre estuvo ahí, de repente se ve diferente.
Y el patrón circular por el que fui andando, puede romperse.
La música se detiene. La calesita se ralentiza. Y ahí está cel calesitero
Extiende la mano y me invita a bajar.
Tomá, me dice. Y me regala un puñado de chupetines de Chestnut Bud. Después de todo, parece que le caía bien.